viernes, 3 de diciembre de 2010

A San Anselmo de Canterbury:



"Dios es aquella entidad tal que nada mayor pueda ser, (perfecto).El concepto de Dios existe en el entendimiento humano. Dios existe en la mente de uno mismo pero, ¿en la realidad ? Si Dios existiera en la realidad, sería algo mucho más grandioso que la existencia de Dios en la mente propia. 
Con base en que Dios es perfecto, y siguiendo que no hay nada mas perfecto que aquello que existe en la realidad y no en nuestra imaginación, llegamos a la conclusion de  que Dios realmente debe existir"

     Nuestro filosofo defendía de este modo, y siguiendo este razonamiento, la existencia de Dios, y el problema no reside en que el mero intento de razonar, o intentar explicar o justificar la existencia de Dios por medio de la razón, sea ya algo con unas probabilidades de éxito casi nulas. El problema fundamental del argumento de este hombre radica en su forma de plantearlo. La perfección, o el ser perfecto, es una característica del ser ya existente, una consecuencia de existir. No indicamos así que todo lo que exista deba ser perfecto, sino que todo lo perfecto debe existir antes de serlo. Pues bien, San Anselmo nos hace ver o considerar la perfección, no como consecuencia, sino como causa de la existencia, donde encontramos realmente lo absurdo de su argumento. 
    Personalmente ya me repatea bastante el mero intento de razonar aquello que es irrazonable, pero es que si añadimos el hacerlo de forma tan absurda y con una teoría tan poco objetiva y encima respetada y alabada por algunos, es algo que, no es ya que me moleste, sino que me indigna profundamente. No necesito aplicar conceptos y leyes a mi fe para creer. La fe se basa precisamente en creer aquello de lo que no tenemos evidencias o pruebas tangibles. Considero que aquel que se conforma con explicaciones como las de S.A. y evita así sus dudas, posee una fe mucho menor y mas endeble que aquel que basa su creencia en admitir que Dios es algo tan grande y superior a lo humano que nunca podremos explicarlo con argumentos lógicos, por estudiados o eruditos que estos sean. Dios existe porque existe, y el continuo ir y venir de dudas que esta afirmación produce es lo que da fuerza a la fe de una persona. Es el encontrarse en esas crisis en las que pareces no creer en nada y el superarlas, aun sabiendo que vendrán mas posteriores, lo que nos hace fuertes en nuestra creencia y afianza nuestra fe. Me niego así a admitir explicaciones e intentos de justificación de la existencia de Dios de una parte de nuestra Iglesia que parece estar convencida de que las dudas son un pecado, y que intenta erradicarlas con explicaciones que incluso una alumna de segundo de bachillerato con unas medias mediocres en filosofía pueda rebatir o poner en duda. 








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