lunes, 6 de mayo de 2013

6 de mayo

Lo de mi día de hoy empieza a preocuparme. Pienso en las practicas atrasadas, los temarios por empezar, los examenes por presentarme... Me agobio, me falta el aire y salgo de la biblioteca para sustituirlo por nicotina. Me he olvidado la carpeta en casa. Vuelvo al coche, vuelvo a por ella, vuelvo a sentarme frente al mostrador de la entrada a la biblioteca. Llevo media hora y me doy cuenta de que no he leido ni una sola frase de los apuntes que tengo delante. Cojo el ordenador, abro un nuevo blog, trato de soltar todo lo que me esta bloqueando esta mañana, esta tarde, este día que se esta haciendo eterno, insufrible. Llevo una hora y el documento sigue en blanco. Decido cerrarlo. Me acuerdo de ti. Me enfado. Me enfada tu forma de ser, cada vez me caes peor. Me enfada aún más no ser capaz de poner letras a todos los pensamientos que me rondan la cabeza y que me encantaría vomitarte encima alguna tarde. Ahora me sobra el aire. Quiero fumar, no aguanto más aquí sentada pensandote, o pensandonos. O peleandome con unos dedos que no me dejan decir lo que quiero que escuches.

Este día de levantarme, de sentarme de nuevo, de salir, de entrar. De escribir sin sentido. De matar el tiempo por no querer matar a nadie. Este día de exámenes y trabajos terminados sin haberlos pensado siquiera. De hacer las cosas por inercia. Este día me está matando, o me esta dando ganas de matarme.

domingo, 5 de mayo de 2013

Momentos de crisis

"Porque la vida no se mide por las veces que respiramos, sino por los momentos que te dejaron sin respiración."

   Tocado el fin del primer cuarto de mi vida me doy cuenta que había demasiadas cosas por cambiar. Demasiado por madurar, demasiado por lo que pararme, por lo que pensar, por lo que quizás haberme esforzado un poco más. Este año de cambios, de sorpresas, de sustos, de momentos inolvidables y de tantos que habría querido borrar de mi cabeza, me ha hecho ver que había más donde mirar, que la mayoría de los cabos estaban por atar. 

"La crisis de los veinte"... y tienen tanta razón. 

   A pocos meses de empezar un año lejos, de empezar a echar de menos, de conocer, de "vivir por mi cuenta y riesgo", hoy me he dado cuenta de que es ahora cuando mis decisiones empiezan a tomar forma de verdad. Hace unas semanas que vengo diciendome que "me había vuelto buena", que me empezaba a percatar de un cambio radical en mi vida, en mis relaciones, en mi forma de ver las cosas y sobre todo en mi manera de mirar lo que me rodeaba. En un principio creí que tu eras la razón de la existencia de esta nueva yo. Tus charlas, tus broncas, tus echarme en cara las cosas que te parecían inadmisibles y que yo veía tan corrientes, tan normales. No te quito parte del mérito, de hecho me veo obligada a admitir que todo eso ha debido ayudarme a ver algo que ya empezaba a cobrar forma en mí.  A veces es necesario que otros te indiquen dónde estas mirando. Supongo que he debido quedarme como embobada, con la mirada perdida en un horizonte que se iba conformando con trocitos de mi vida, y de fondo una voz (la tuya) que criticaba cada error, que agradecía los aciertos, que sin darse cuenta me iba guiando en la decisión sobre quién quería ser.
   Pero hay algo más que tú en todo esto, supongo que a todos nos llega un momento en el que, de repente, somos conscientes de la importancia que tiene poner empeño en construirnos a nosotros mismos. En el que nos damos cuenta de que no crecemos como las plantas, de que debemos pulirnos, cuidarnos, de que crecer supone un trabajo, y de que ese trabajo, un día, nos pertenece. Llega un momento en el que nos damos cuenta de que los demás han dejado de ser quienes debían regarnos y podarnos, de que somos nuestra propia responsabilidad y que el resto serán, sólo, nuestros apoyos. Y es lógico pensarlo, si no hemos pasado por tener que ser quienes nos cuidemos, ¿cómo podremos cuidar, enducar, enseñar... a otros, a los que vengan luego? ¿Quién puede ser padre, tío, padrino, abuelo... si antes no ha podido, no se ha dado la oportunidad, de ser el mismo quien maneje su vida, quien juzgue las decisiones, quien se equivoque o acierte solo? 
   Hoy he entendido el miedo de mi padre cuando me dice que no he sabido tomar las riendas de mi vida, hoy he comprendido que no es una bronca como las que me echaba cuando tenía quince años y no pensaba lo que hacía, entónces era él quien debía poner los límites, quien marcaba el terreno de juego. Hoy he visto que su miedo no es otro que el miedo que debe dar ver cómo el árbol que plantaste se te cae encima porque ya no queda pared donde sujetarlo, con la diferencia de que este "árbol", nosotros, yo, debería tener la capacidad de sujetarse sin ayuda, de crecer eligiendo y sabiendo dónde elegir. 
   No se qué me ha hecho abrir los ojos, pero se que este año algo se ha movido dentro de la niña que creía que era más libre por no tener que dar explicaciones de las cosas que hacía sin pensar. Y al moverse ha dejado entrever una realidad que hasta entónces no había querido mirar. Durante estos meses no solo he podido ver a quién tengo a mi alrededor, estos meses me han enseñado con quien puedo contar, quien llegó un día para quedarse y quien dará la espalda cuando no me necesite, empiezo a ver quiénes son amigos de verdad, cuáles son las cosas por las que quiero luchar, por las que merece la pena pelear. He aprendido que quien menos te lo esperas te engaña y que quien esta a tu lado de verdad no necesita repetírtelo muchas veces para que sea más real. Este año me he sorprendido al ver que las lágrimas no se derraman con tanta facilidad, y que las cosas duelen de una manera diferente, más pausada, más lentamente, con menos piedad. 
  
Nunca había sido tan consciente de haber crecido. Nunca había visto con tanta claridad lo mucho que me queda por crecer y lo mucho que tengo que trabajar para hacerlo. Esta es la primera vez que soy consciente de que lo queda del cuadro tengo que pintarlo yo. 

Os doy las gracias a todos los que habéis estado ahí para que creciera hasta hoy, a los que habéis tratado de cuidarme y que sufríais con cada lágrima que bajaba por mi mejilla o cada sollozo que partía el silencio en una noche, a los que suspísteis cuando necesitaba un abrazo y me lo dísteis, a los que supísteis decirme las cosas tal y como las veíais cuando me equivocaba. Os doy las gracias también a todos los que causasteis esas lágrimas, a todos los que me mentísteis alguna vez, a los que me utilizásteis, a los que os aprovechásteis y a los que no me supísteis querer. Porque de vosotros también aprendí. Aprendí que hay heridas que se cierran con el tiempo, aprendí que otras muchas tan solo crecen con él y que hay que aprender a crecer con ellas. Os doy las gracias a los que supísteis quererme y me enseñásteis a querer. Te doy las gracias a ti, por hacerme ver que esto estaba pasando. 

Hoy quiero tomar esas riendas. Hoy quiero bajarme del carro y empezar a andar este camino con la esperanza y la decisión de ser capaz, algún día, de tomar un desvío y hacer mi vida por mi cuenta.