martes, 1 de mayo de 2012

II Carta a Peter Pan: Orgullo y "perjuicio".

Y todo era mucho más fácil cuando sólo teniamos que subir o bajar esas escaleras... 

¿Por qué crecemos y se hace todo mucho más complicado?

  Se supone que con el tiempo aprendemos, nos hacemos mayores, y con las estrías, las canas, las arrugas... aparecen también nuevas formas de solucionar nuestros problemas, más métodos, más salidas, más vías de escape, pero resulta que, aún así, Orgullo y Dignidad se ponen por delante de todo lo demás. Más vale tener yo la última palabra que hacer lo que de verdad quiero sin con ello tengo que ceder o rebajarme un poco. 

  Con la madurez nos hacemos cada vez menos maduros. Los bebes lloran cuando quieren algo, cuando algo les duele, cuando tienen hambre, cuando quieren con mamá... Los niños son aún capaces de pedir perdón despuésde una rabieta si con ello se ven capaces de conseguir aquello que les interesa... Llega un momento en el que pedir perdón se convierte en algo tan raro que no cabe siquiera en nuestra cabeza plantearlo como una opción.   

  Nos empeñamos en buscar la felicidad, en perseguirla, en hacer todo lo posible por encontrarla, por tenerla a nuestro lado cada día, por tenerla como compañera de cama. No nos damos cuenta de que lo primero para tenerla es olvidarnos del "yo", del "quiero", dejar atrás esa primera persona singular, el egoísmo, y centrarnos en aquello que de verdad merece la pena. Nos ocurre lo mismo en nuestras relaciones, a veces nos defendemos tanto que nos convertimos en nuestro propio y peor enemigo. A veces es nuestro enorme deseo de protegernos, de mostrarnos fuertes, valientes, orgullosos ante los demás, lo que nos causa mayores daños y perjuicios.

  Os pido perdón a todos aquellos a los que no he sido capaz de pediroslo cuando me equivoqué, os pido perdón a aquellos a los que no supe ver que necesitábais un abrazo. Porque hay cosas que, de pronto, se convierten, sin nigun motivo, en algo imposible de pedir. Así como de pequeños decíamos "te quiero papá" en cualquier momento, sin venir a cuento, sin que nadie lo esperase, hoy parece que decirlo es una muestra de debilidad, derribar un muro que hemos ido contruyendo con los años. ¿Es eso a caso madurar? ¿Encerrarnos en una torre que crece con los años alejándonos más y más y del mundo que nos rodea? ¿De la gente que nos importa? 

  En este mundo nos hemos acostumbrado a ser dañados cuando demostramos qué sentimos, si esto es crecer, no quiero que me pase nunca, lamento que me haya pasado, y desearía pararlo cuanto antes. 

  Querido Peter Pan, si esto es lo que nos queda, quiero que me lleves de vuelta a Nunca Jamás. Acercandome peligrosamente a los veinte, me gustaría no haberme alejado nunca del dos... ya lo dijo Wendy, "los dos años son el principio del fin" y el fin llega cuanod dejamos de ser nosotros para protegernos de los que nos rodean.