miércoles, 12 de enero de 2011

Cuando ya no hay nada que hacer... 


      Lo común es tratar de arreglar lo que nos molesta, lo que nos saca de quicio, aquellas cosas que no soportamos del ser u objeto en cuestión. Repito, lo común. Lo que suele entrar dentro de la cotidianidad , lo aceptado como normal por la sociedad en la que vivimos, lo que hemos hecho, hacemos, y probablemente haremos todos a lo largo de nuestra vida. 
       Y digo tratar porque tampoco es que nos empeñemos muchísimo a veces. Lo intentamos. Intentamos limar esos defectos, eso que nos desagrada... pero si no se puede, si cuesta demasiado, si supone mucho esfuerzo, quizá es que es mejor pasar pagina y hacer borrón y cuenta nueva. 
       Pero el problema no esta ahí. El problema llega cuando no tienes nada que limar, cuando no tienes nada que corregir, nada que cambiar. El problema aparece cuando cada defecto supone un incremento de nuestro afecto, cuando adoras cada incorrección. Ahí es cuando ya no hay nada que hacer. Cuando te das cuenta de que aquello que amas es politicamente incorrecto y aun así, lo amas. Cuando no solamente toleras los defectos, sino que los quieres, los sueñas. 

Cuando te descubres añorándolos, sabes que has perdido la batalla. 


No hay comentarios: