jueves, 20 de octubre de 2011

Cuando te dejas llevar por la corriente:

 ¿Hola?
De pronto te descubres rodeado de cierto cúmulo de circunstancias que, sin saber cómo, te han llevado a no sabes que situación.
¿Pero cómo paro yo esto ahora?
     Los ojos se te abren como platos tratando de mirar más aya de lo que parece a simple vista, pero que va, que no hay "na", que ya te puedes poner a dar vueltas a la azotea, que el mirador no cambia de dirección y la veleta solo sabe hacer piruetas. Que si norte, que si sur, que si este... que si aquel.... Aquel.
-Estúpido eco-
    Y vuelta al agua. Que hay veces que llego tan al fondo que ya ni veo la luz arriba, que por mucho que corra para llegar a fuera, da lo mismo, no hay manera, y el humo de cigarros fumados con desgana -o con demasiadas ganas- ya me empieza a pasar factura.
    Y lo malo... vale, esta bien, lo malo dentro de lo malo, lo peor no es este remolino que no me deja ver a que me aferro, lo peor es si me paro (si lo consigo...) no logro ver cómo me metí en él, pero el caso es que lo hice, de cabeza, ¡como quien se tira en su piscina de toda la vida! ¡Ala, dale, pumba, aiba! Y sin comerlo, ni beberlo, sin pedirlo y sin quererlo, ahí estas tu, en medio de todo este embroyo de primeras y terceras y donde las segundas personas parecen quedar reducidas a algo así como tu y yo....¿? 
Y ya vuelves a divagar...
   Si es que ce n'est pas possible, si es que se que a ese "yo" que se empeña ir por ahí con complejo de duende saltarín debí haberle atado bien corto hace ya tiempo... Pero uno no termina de ver estas cosas hasta que no se deja arrastrar por la corriente, y una vez que ya está en ella, hay veces (muy pocas) que es preferible llegar al final del río, y, como si de una hoja o una rama seca me tratara, cierro los ojos, extiendo la mano, y dejo que me lleves, sueño, donde quiera que hayas decidido, o decidas en el camino. 

"Los Nenúfares", C. Monet


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