Lo típico y lo comun son típico y comun porque funcionan, sino funcionaran la gente no los usaría, y no serían ni típico ni comun. Y si sirve, usalo cuando puedas y no pierdas la oportunidad. (J.Gefaell)
Supongo que, cuando el viernes por la noche, en la casa de la playa y tras unas copas con Bea y Marina, Jorge me comentó esa frase, debía haberla interiorizado más, pero no fue el caso. Pocas horas más tarde me encontraba en el paseo marítimo de Sanlucar de Barramenda,enseñándoles la playa a mis dos compañeras de viaje.
El motivo de nuestra estancia en Sanlucar no era otro que el de poder estudiar mientras en Sevilla, de donde somos las tres, se desarrollaba como cada año la feria, de la cual no podíamos disfrutar este año debido a la cercanía de nuestros exámenes finales y selectividad con dicha festividad típica en la que cualquier adolescente aprovecha para beber hasta estar al borde del coma etílico, bailar hasta que le duelan los pies, y acabar el día de feria viendo amanecer, ya sea en una caseta, en la calle del infierno o en los buñuelos cercanos a la portada. Como comprendereis, el ambiente no es el más propicio para prepararse los exámenes. Así que ahí estabamos, Bea y yo habíamos llegado el miercoles, (es cierto, huíamos de la feria no sin antes haberla disfrutado durante el lunes y el martes), maleta en mano nos plantamos en la estacion del Prado, y nos montamos en un autobus que no tardó menos de dos horas en llegar a nuestro destino. Tras tres días de estudio intenso llegaba Marina, [como adolescente normal y algo insensata (no te lo tomes a mal Babi =P) había decidido aprovechar la feria y no estudiar hasta el fin de semana], así que allí estabamos Bea y yo organizando una cena de recibimiento con copas y demás enseres absolutamente necesarios. Tras dicha cena nos situamos en el momento que os relataba, paseo marítimo de Sanlucar de Barrameda, tres chicas, contentas tras haber mezclado distintos tipos de alcohol, sprite y polo flah (no se como escribe eso) de melocotón en una misma copa. ¿Qué buscábamos? Divertirnos, y qué mejor manera que hacerse pasar por extranjeras, no pensamos nada más, Marina y yo seríamos italianas y Bea inglesa.
La noche transcurría sin incidentes, yo quería buscar un lugar para bailar, y Marina hacer fotos en la playa, Bea no se pronunciaba. Nos acercamos a Bajo de Guía, cantando y dando voces en italiano, y cuando la opción de Marina parecía haber triunfado y nos dirigíamos a la playa a pasar una tranquila velada haciendonos fotos, como de la nada surgió un grupo de chicos, nose quien tubo la idea de acercarse, se que la iniciativa de hacerlo fue mía. Allí estaba yo, pidiendo fuego en italiano a un grupo de chicos más tocados por los efectos del alcohol que nosotras, si es que se grado de embriagez cabe antes del coma. De pronto nos vi rodeadas, chapurreando el idioma conseguimos entablar agradables conversaciones y al rato decidimos ir a la playa, Babi ganaba de nuevo. A las 4:30 de la mañana decidimos volver a casa, no sin antes intercambiar números de telefono y quedar para el día siguiente.
Tras haber pasado el día estudiando, nos disponemos a preparar la cena y debatir sobre cómo decirles la verdad a los chicos, aunque perdamos el juego a ninguna le parece bien continuar con esto, pero, ¿quién será la que menos aguante? Todo apunta a que seré yo quien pierda.
Despúes de ver La Bella y la Bestia, película que adoro, nos disponemos a arreglarnos para salir, sabemos que vamos a llegar tarde, así que aviso a Gabri de que tendrán que esperarnos un poco más, y, una vez listas, nos encaminamos hacia la plaza del Cabildo. Tras los saludos y sonrisas de rigor somos guiadas hacia un bar, apenas puedo contenerme y no paro de decirle a Babi que necesito algo de alcohol o moriré en esa misma noche. Por ahora parece que nadie sospecha nada, sólo me preocupa un poco la actitud de Ismael, es el único con el que no he hablado aún y empiezo a creer que sabe toda la verdad. Mi nerviosismo va en aumento cuando, en la puerta del bar, cerveza en mano y fumando unos cigarros, a alguno, no recuerdo quien fue exactamente, se le ocurre hacer la broma de "no, si al final resultará que sois de Cádiz y ni italianas ni nada...." Imaginad mi cara lectores cuando oí aquello...
Después de unos chupitos y varias cervezas el miedo iba desapareciendo, aunque recuerdo que las pasé canutas cuando, justo antes de pedir en la barra, me dijeron que el camarero hablaba muchos idiomas, a Babi, con la paranolla, le pareció que tenía acento italiano, y ya ningunade las dos quería pedir con los chicos cerca por si nos descubría.
Una vez fuera del bar y superado el peligro del camarero me veo obligada a reprimir mis ganas de abofetear e insultar, en español por supuesto, a un canorro asqueroso que ha sentido unas irreprimibles ganas de tocarme el culo y decirme gilipolleces, pero los chicos están demasiado cerca, no lo suficiente para ver lo que ha hecho el troglodita este que se empeña en hablarme en argentino, pero si como para oirme si empiezo a berrear en español, así que me callo, me muerdo la lengua y agradezco que Ale este cerca para irme con él. Habría preferido que fuera alguna de las chicas para no tener que fingir con el idioma más, pero andan por ahí desperdigadas.
Acabamos nuestro paseo en el Hotel Guadalquivir, y subimos a la terraza, una vez en el ascensor tiene lugar la primera cagada de Bea, "¡aqui cabe alguien más!", ya lo dijo alguien, "que andaluz le ha quedado eso".
Una vez en la terraza el miedo, el nerviosismo y los efectos del alcohol me hacen sentir la necesidad imperante de confiar en Gabri, pese a los intentos de Bea por detenerme acabo en la otra terraza confiandole toda la verdad, al ver su cara de shock decido que es el momento de contarlo a todos, así que volvemos a la otra terraza y... "¡Babi, se acabó, se acabó, yo pago el lote pero se acabó!"Tras este grito en español que rompió todas las conversaciones para centrar los ojos de todos en mi, no puedo más que mirar al suelo y ser consciente de que algunos huyen hacia la entrada del hotel probablemente odiandonos en su interior.
Bajamos a la entrada del hotel y Bea me insiste para que vaya a hablar con Galán, intento disculparme pero él se adelanta con la bronca, supongo que me la merecía, me siento y charlo un rato con los menos afectados, algunos se rien y nos felicitan por la actuación, pero en el fondo todos pensamos que el juego se ha alargado demasiado y que ha ido demasiado lejos. Cuando la incomodidad es ya insoportable decidimos irnos, pero entonces, para poner el broche final a esta noche surrealista, un cantante ambulante nos dedica tres canciones. Tras las lágrimas provocadas en algunos por sus palabras, las palmas y el shock de la verdad, cada uno vuelve a su casa. Nosotras con el peso de la culpa, ellos con el de la decepción.
Cuando ya nos veíamos de vuelta a casa sin poder hablar de ello por el remordimiento, Gabri, como no, vuelve a introducir un gota de esperanza con un misterioso toque al movil que provoca un inesperado ataque de estres en las tres. Decido contestar por whatsapp y desatar así una oleada de mensajes en la cual intervenimos las tres, no mucho despúes otra curiosa personita decide alegrarnos la vuelta, Yuste, que también se une a las conversaciones por whatsapp. Creo que debido a los efectos del alcohol que aún continúa en nustras venas, acabo viendome en una conversación en grupo invitando a los chicos a comer a casa.
Ya por la mañana y habiendo dormido tan solo 5 horas, me levanto, recojo la casa y pregunto a mis padres por algun sitio donde comprar comida, es algo necesario si no quiero ponerles de comer arroz en blanco y calabacines, únicas provisiones, ademas de algo de jamon de york y huevos que han quedado tras la semana allí. Despierto a Bea, y mientras Marina estudia, ambas nos dirijimos a hacer la compra y a laestación de autobuses a por nuestros billetes para esa tarde.
No se como lo he hecho pero de pronto me encuentro en la cocina, con una oya de macarrones y una sarten llena de salchichas en el fuego, poniendo la mesa en el patio, cuidando que no se me caigan los huevos que estoy batiendo para hacer una tortilla y fregando los cacharros que voy utilizando, todo al mismo tiempo, mientras me pregunto que puñetas harán estas dos por ahí arriba. Cuando me percato de que son las 14:45 y de que hemos quedado a las 15:00 aproximadamente, comienzo a dar gritos desesperada para que vengan a ayudarme, aún no está la mesa puesta, no hemos sacado las cervezas y sigo con cosas en el fuego, y para más inri me he manchado la camiseta de tomate...
La comida se desarrolla con tranquilidad, un poco cortados al principio, pero tras unas copas de aspecto peligroso, terminamos con la música a tope y danzando alrededor de la mesa. Decidimos comprar una botella de vodka caramelizado y jugar al yo nunca, juego durante el cual vamos desvelando diversos secretos de todos, y aprovechamos para demostrar que, a pesar de todo, nos hemos cogido cariño con frases como yo nunca he pensado que ojala nos quedasemos aquí más tiempo tras las que todos bebimos.
Debo decir que el findesemana queda catalogado como uno de los más extraños de mi vida, de película de Woody Allen, como ya he comentado alguna vez.
El viaje de vuelta transcurre entre risas y canciones recordando momentos de esa última tarde, como las carreras por las escaleras y el forcejeo con la puerta del dormitorio por el temos de que los chicos vieran nuestras maletas aún sin hacer del todo, o cuando Gabri decidió encerrarnos a todos en la terraza, o quedarse dentro de casa con Yuste una vez que todos habíamos salido ya camino a estación...
Debíamos pediros disculpas chicos por la mentira de las nacionalidades, pero nunca me arrepentiré de haberos conocido, y haberlo hecho de este modo os da una nueva aventura que narrar en Drimerz, espero leer pronto vuestra versión de los hechos, mientras tanto, aquí tenéis la mía, un beso muy fuerte para los protagonistas de esta historia completamente real a pesar del surrealismo que la caracteriza.
Un beso y un abrazo para: Hilario, Yuste, Gabri, Luis, Ale, Galán, Ismael, Antonio, Ezequiel,Bea y Babi. Espero que nos reunamos otra vez pronto.