Hay veces que ese error nos conllevara un dolor fisico, y ese dolor sera el que se encargue de recordarte día a día que no se trató de un juego, que no hay marcha atrás. Ese dolor será el que te diga que cada lágrima que pueda brotar de tus anegados ojos no borrará lo que has hecho. "Cada uno tiene su cruz", en ese dolor reconoceras la tuya.
En numerosas ocasiones trataras de esconderte, intentaras que nadie note lo que ocurre, pero lo cierto es que sientes como te pudres. Lo cierto es que ves como tus valores han quedado aplastados por tus miedos, como tu cobardía se abrió paso para encerrar cualquier soldado de valor que no hubiera salido huyendo ante la presión. "Somos como somos en los momentos de crisis". Esa frase te golpeará como un yunque contra los sesos.
Ya no se ni cómo soy... ni quien soy.
Durante un tiempo intentarás alejar de ti toda moralidad fingiendo que da igual, que no tiene importancia. Poco a poco el remordimiento se irá abriendo paso entre tus tripas para instalarse en el estomago, y entonces creerás morir, sentirás que no tienes perdón. Pero algun día, alguien asomará entre esa niebla, y traerá consigo algo, el entendimiento de que avanzar supone no olvidar lo ocurrido. Entenderás que madurar no es otra cosa que aprender a vivir con ello, a llevarlo al hombro, y que alguna vez habrás de caer, lo importante es saber que te levantarás, y que seguirás cargando con ello hasta el final.
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