Tarde de celebraciones tempranas, de nuevo cervezas y cigarros, esta vez no en una esquina, sino ya por todos lados. Los refranes se suceden y las risas que con ellos vienen logran de nuevo la desconexión de mi mente. Promesas de fiestas, planes de concierto y alguna que otra canción.
Ante la que se promete como semana de no hacer nada, este domingo ha sido el presagio perfecto. Ni un libro abierto sobre la cama, o bolígrafo en la mesa. El único contacto con la agenda aquel que obligada he tenido para confirmar el abrumante día de mañana.
Tras confesiones varias que me vuelven magenta he decidido que dejamos para mañana cualquier resto de ganas de escribir aquí.
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