Siento romperles los esquemas... Pero esto es lo que hay:
Numerosas mujeres solteras actuales confesarán, o deberían confesar, que pasan aun sus vidas esperando la llegada de un magnífico príncipe que venga a rescatarlas y llebarlas a su castillo maravilloso.
Deberían confesar también que aun imaginan ese ser perfecto, de cabello resplandeciente y ojos brillantes, montado en un impresionante corcel blanco y empuñando en su mano una magnífica espada.
Pues bien, tal salvador no existe. Si como yo, querida lectora, ha cometido y comete aun hoy día el error de esperar, ya sea sentada, de pie o buscando como loca a tal criatura, debería empezar a aceptar que quiza ese hombre al que espera habrá sustituido la espada por un pitillo, el magnífico corcel por una ruidosa moto, y el resplandeciente cabello por una cabeza rapada decorada en la nuca por una rasta a conjunto con los piercings que adornaran su rostro y, tal vez, parte del resto de su cuerpo.
Deberían confesar también que aun imaginan ese ser perfecto, de cabello resplandeciente y ojos brillantes, montado en un impresionante corcel blanco y empuñando en su mano una magnífica espada.
Pues bien, tal salvador no existe. Si como yo, querida lectora, ha cometido y comete aun hoy día el error de esperar, ya sea sentada, de pie o buscando como loca a tal criatura, debería empezar a aceptar que quiza ese hombre al que espera habrá sustituido la espada por un pitillo, el magnífico corcel por una ruidosa moto, y el resplandeciente cabello por una cabeza rapada decorada en la nuca por una rasta a conjunto con los piercings que adornaran su rostro y, tal vez, parte del resto de su cuerpo.
Quiza cuando aceptemos que tales seres no se acercan a invitarte a bailar o cenar sino que se entretienen dando saltos descontrolados con los colegas o sentados en la arena con unas litros, quiza entonces podamos empezar a hacernos a la idea de que nos toca poner mas de nuestra parte, de que ha llegado la hora de abandonar los cuentos de princesas y empezar a vivir la realidad. Y la cruda realidad es que no, no existen las princesas encantadas y no existen los principes de los cuentos de hadas para venir a rescatarlas. Existen hombres y mujeres, y todos buscamos lo mismo, la forma mas fácil, cómoda y divertida de pasar el tiempo...
O, almenos, así deberia ser...
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